martes, 26 de abril de 2011

El consumo en los niños


A los niños se les han impuesto por medio de la publicidad, los juegos y los juguetes, las costumbres y unos valores que nada tienen que ver con los adquiridos por sus padres.

Podremos ver que esos juegos y juguetes no se lanzan al mercado apoyados únicamente por una fuerte campaña, sin importarles a las grandes multinacionales lo que piensen los niños de ese producto o si será resistente y divertido. Y sin pensar en sus consecuencias de consumo.

¿ Y cuáles son estas consecuencias?
Hay una gran variedad, el abandono pronto del juguete, pues casi sin disfrutarlo aparece otro anuncio con un juguete o juego mejor.
Tomando en cuenta el tipo de juguetes que se producen, resultan inhibidos de la fantasía, iniciativa e inventiva de los niños.
Seguramente más de una vez nos ha tocado presenciar cómo un pequeño que apenas puede andar, juega a matar a todo aquel que se le pone enfrente.

Como resultado de la TV, hoy día los niños y jóvenes emplean un lenguaje muy pobre condicionado por la permanencia de los personajes y de los programas que lo crean. Imitan a sus dibujos preferidos y los llevan a la práctica, algunas veces llegándose hacer daño cuando se dan cuenta, de que no tienen los poderes de sus fantásticos héroes.
Las formas de hablar , los gustos y modas , sacadas de la TV, igualan los gustos de los jóvenes, intentando que imiten los cánones impuestos por la publicidad, por alguien que esta sentado en una oficina y ha decidido que es lo mejor para todos nosotros, incluidos los niños.

Lo mismo ocurre con la música ya que se da importancia a gente sin ningún merito músical únicamente por su buen aspecto haciendo que los jóvenes den de lado a la buena música o los grandes clásicos ya que los empiezan a considerar anticuados, además destruyen el criterio de los jóvenes ante la música ya que llega un momento en el que no saben diferenciar a los músicos "basura" de los que realmente son músicos.

Ocurre con todo. Como padres es una tarea muy difícil poner límites al consumo, pues tampoco queremos que nuestros hijos sean discriminados por no seguir los dictados de la moda, pero al mismo tiempo no debemos ser esclavos, tiene que haber una línea en la que debemos poner nuestros límites, que variará según nuestra educación, cultura, situación económica y social.

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