jueves, 10 de marzo de 2011

La preadolescencia




El desarrollo y, en general, la vida del ser humano se desenvuelve a través de sucesivas etapas que tienen características muy especiales. Cada una de ellas se funde gradualmente en la etapa siguiente. Sin embargo, no hay un acuerdo unánime para determinar cuántas y cuáles son esas etapas. Tampoco se puede decir cuándo comienza exactamente y cuándo termina cada etapa, pues en el desarrollo influyen diversos factores individuales, sociales y culturales. Por eso se dice que cada ser humano tiene su propio ritmo de desarrollo.

Se sitúa entre los 6 y 12 años. Corresponde al ingreso del niño a la escuela, acontecimiento que significa la convivencia con seres de su misma edad. Se denomina también "periodo de la latencia", porque está caracterizada por una especie de reposo de los impulsos institucionales para concentrarnos en la conquista de la socialidad.

Las socializad que comienza a desarrollar es "egocéntrica": "Todo sale de mí y vuelve a mí", "Te doy para que me des". Sus mejores amigos son los que le hacen jugar, le invitan al cine o un helado".

El niño, al entrar en la escuela da pie al desarrollo de sus funciones cognoscitivas, afectivas y sociales.

F. Cognoscitivas: El niño desarrolla la percepción, la memoria, razonamiento, etc.

F. Afectivas: En cuanto que el niño sale del ambiente familiar donde es el centro del cariño de todos para ir a otro ambiente donde es un número en la masa; donde aprende y desarrolla el sentimiento del deber, respeto al derecho ajeno amor propio, estima de sí, etc.

F. Social: La escuela contribuye a extender las relaciones sociales que son más incidentes sobre la personalidad.

Características principales en esta etapa:

•Aprende a no exteriorizar todo, aflora, entonces, la interioridad.
•Son tremendamente imitativos, de aquí que necesiten el buen ejemplo de sus padres.
•El niño se vuelve más objetivo y es capaz de ver la realidad tal como es.
•Suma, resta, multiplica y divide cosas, no números.
•Adquiere un comportamiento más firme sobre sus realidades emocionales.
La pre-adolescencia es una etapa particular, no es ni la infancia ni la adolescencia, aunque tiene más de la segunda que de la primera. En este artículo plantearé sus principales características.

La pre-adolescencia es una etapa particular. El niño, ya no es tan niño, pero tampoco un adolescente, esta en una etapa intermedia que nos ubica entre la niñez y la juventud. El “pre” nos da la pauta temporal de anteceder algo y como previo será un adelanto de lo que vendrá. Es decir, que en esta etapa podremos comenzar a vislumbrar las características de la próxima y en ese sentido puede servir a los padres para prepararse e ir adaptándose. No hay una fecha exacta para el inicio de esta etapa pero en general comienza entre los 9-12 años.

Las etapas intermedias o de transición suelen ser difíciles tanto para un adulto como para los jóvenes. A partir de ahí tendremos que ubicarnos en un tiempo que tendrá ciertas características. Desde el punto de vista de su hijo podemos pensar que como ya no es un niño las cosas de niños no le llaman la atención y para las de adolescentes todavía le falta. Esto de no saber para que lado ir puede producirle inestabilidad emocional que se expresa a través de enojos, miedos, aburrimiento, llanto, susceptibilidad o berrinches.

Además de los cambios corporales, esta es una etapa de investigación y curiosidad, de emociones intensas, de lucha por su independencia, de poder comenzar a contar con mayores herramientas cognitivas para entender el mundo y en las últimas épocas, producto de la aceleración de los tiempos, de comenzar lentamente a exigir que se respeten sus opiniones.

Desde el punto de vista de los padres, este período como paso del tiempo, los confronta con sus propios cambios y con sus nuevas etapas. Además les exige “soltar la cuerda” de sus hijos para que comiencen a andar y eso es difícil para cualquier padre.

Una pista para guiarse en estos momentos puede ser intentar fortalecer el dialogo abierto y ofrecerse como referente en caso de surgir dudas o preguntas. Intente abrir su mente a los planteos de su hijo y brindarle un espacio de libertad y confianza para que pueda lograr su lento ingreso al mundo de los adultos.